Saturday, April 23, 2011

viernes santo

Estuve sorprendentemente respetuosa de las tradiciones católicas este Viernes Santo. Con decirte que al medidodía almorzamos salmón (delicioso, hecho a la parrilla por mi hermanito) con papas y alcaparras crocantes, y a la noche cenamos unas tostadas de anchoas y una tarta pascualina, y en el medio nos comimos un buen pedazo de rosca de Pascuas. Todo muy by the book. Claro que se nos podría acusar de respetar sólo la parte linda de las festividades (i.e. la comida rica) y desoír todo el temita de la reflexión, el sufrimiento y el recogimiento, y no sería una acusación injustificada. Somos todos demasiado ateos o a-religiosos en esta familia, pero antes de comer la pascualina de la noche, dijimos unas palabras de agradecimiento a Mel Gibson.

Lo que no está claro es si pasarse dos horas en una veterinaria de guardia cuenta dentro de las actividades permitidas en el Viernes Santo. Asumo que sí, porque fue un acto de amor y caridad sostener las patas traseras de Renata que gritaba de dolor, mientras R. le sostenía las patas delanteras, y la veterinaria le clavaba toda clase de objetos punzantes, y S. me abrazaba para apaciguar mi angustia. Al menos una hora entera estuvimos ahí, viendo como le drenaban los líquidos asquerosos de una herida infectada, que no se sabe bien de dónde salió (suponemos que la mordió un perro, u otro gato). Tenía fiebre, estaba muy caída y dolorida. Se portó muy bien mientras la torturaba la veterinaria, y a pesar de sus gritos de dolor, seguía ronroneando. My little streetfighter. La dejé en (ex)casa todavía medio confundida, con un agujero rapado en el lomo, pero creo que sintiéndose mucho mejor que a la mañana.

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