Wednesday, December 24, 2014

Bienvenida

El martes 18 de noviembre empecé la semana 38 de gestación. Me sentía genial y feliz, como durante todo el embarazo. Tipo 3:30am me levanté a hacer pis y cuando me senté en el inodoro, antes de empezar a hacer pis, salió un chorrito de líquido. Atiné a poner la mano para atajar algo. Era completamente transparente y no tenía olor a pis (ni a nada). ¿Podría haber roto bolsa? No me parecía, había sido muy poca cantidad. Me puse una toallita para ir monitoreando si salía más. Y me dediqué la hora siguiente a terminar de armar el bolso para el hospital. Tipo 5am, sin nuevas pérdidas, me volví a dormir. A las 7 se despertó Santiago y le conté lo que había pasado. Decidimos que, como esa mañana yo tenía que ir al hospital de todos modos (para hacer un riesgo quirúrgico de rutina, que piden por si toca cesárea), pasaría por la guardia a commentar lo del líquido.
Me fui al Italiano como siempre, en bondi y subte. En la guardia me tomaron una muestra y dijeron que el test preliminar daba negativo para líquido amniótico, pero que iban a mandar una muestra al laboratorio para confirmar. Mientras esperaba el resultado me conectaron al monitor. La bebita estaba perfecta, movediza y con buenos latidos. Y yo tenía cero contracciones. Le escribí a Santiago diciéndole que falsa alarma, que me iba a casa. Pero 5 minutos después una de las obstetras de guardia me dijo que el laboratorio confirmaba que sí era líquido amniótico y que me iba a tener que quedar internada.
Yo no lo podía creer. Estaba shockeada. Sabía bien que de la semana 37 en adelante mi hija podría nacer en cualquier momento, pero yo quería tener dos semanas más de embarazo. Eran además mis dos semanas de vacaciones, porque hasta dos días antes había trabajado. Tenía mil cosas para hacer. No me sentía preparada. Lo llamé a Santiago, que estaba saliendo hacia el laburo, y le dije que cambio de planes, que se viniera al Italiano con el bolso. Fue un gran alivio cuando llegó. Necesitaba mucho estar con él.
Nos instalamos en la habitación. Yo me sentía perfecto, era raro estar internada. Pasó mi obstetra a verme y dijo que normalmente el trabajo de parto se inicia espontáneamente dentro de las 24hs posteriores a la ruptura de la bolsa, así que íbamos a esperar a ver si sucedía eso. Si no pasaba nada, íbamos a tener que hacer una inducción, porque es peligroso para el bebé estar muchas horas con la bolsa rota (puede haber una infección).
Pasamos la tarde juntos en la habitación. De a ratos me conectaban al monitor para ver cómo estaba la bebé y si había o no contracciones (nada).  Después de cenar me di una ducha larga y me metí en la cama. Santiago se acostó conmigo y nos dormimos abrazados, profundamente.
A la 1am nos despertó el obstetra de guardia. Estaba tan dormida que me llevó unos minutos tomar conciencia de dónde estaba y recordar lo que estaba pasando. El doctor dijo que como ya habían pasado casi 24 horas desde la rotura de bolsa y yo todavía no tenía contracciones, intentaríamos inducir el trabajo de parto, si yo estaba de acuerdo. 
Yo le tenía un poco de miedo a la inducción, pero tampoco quería seguir pasando horas con la bolsa rota, así que acepté. Me pusieron un óvulo intravaginal de misoprostol y dijeron que en unas horas evaluarían si hacía falta otra dosis o no. Nos volvimos a dormir, y tipo 2am me despertaron las primeras contracciones. Eran tolerables, así que seguí acostada y dormitando entre una y otra. Un par de horas después las contracciones ya eran muy dolorosas y más seguidas. Yo iba cambiando de posición para tolerarlas mejor. Soporté algunas sentada en una silla, otras parada en la habitación y otras caminando por los pasillos del hospital. A las 5am ya no daba más de dolor y le supliqué al obstetra de guardia que me diera la epidural, pero todavía no estaba suficientemente dilatada (parece que si te dan la epidural cuando no hay mucha dilatación/borramiento del cuello, el trabajo de parto se frena). Así que seguí soportando las contracciones, cada vez más insoportables. Ahí ya lo desperté a Santiago, que me hacía masajes en la espalda durante cada contracción y eso ayudaba un poco. Ahora él dice que putié bastante, pero la verdad es que no me acuerdo. Recuerdo sí que cada vez que entraba alguien a controlarme yo le pedía por favor que me drogaran. Finalmente, tipo 9am vino una partera más experimentada, que me hizo un tacto y me dijo que ya estaba en más de 5cm. Un rato después vino mi obstetra y me preguntó si quería la epidural. Ja. Le respondí "la quiero TODA y ya mismo". Así que me llevaron a la "Sala de dilatantes". Me acosté en una camilla y mientras esperaba al anestesista tuve la contracción más terrible de todas. Esa sí que no me la olvido. El dolor era desesperante y no se terminaba nunca. Cuando recuperé el aliento les dije a los médicos que no daba más. 
Dos o tres residentes intentaron, sin éxito, clavarme la aguja en la espalda. Fueron diez minutos de tortura, pero finalmente llamaron a un anestesista más experimentado que logró hacerlo bien. Un par de minutos más tarde el dolor se había ido por completo. La sensación de alivio era tan inmensa que me sentía eufórica. Sentía que así, sin dolor, podía aguantar mil horas más de trabajo de parto sin problema. Seguía sintiendo cada contracción, pero no dolían. Santiago miraba los monitores y me confirmaba que sí, que lo que sentía era una contracción. 
Una hora después, a las 11am, los médicos notaron que los latidos de la beba disminuían bastante con cada contracción. Mi obstetra me dijo que eso no les gustaba y que no podíamos dejar que pasara mucho tiempo en esas condiciones. Si los latidos seguían bajando con cada contracción tendríamos que ir a cesárea. Le dije que me parecía perfecto, que no quería hacer nada que pusiera en riesgo a mi hija. Pero un ratito después empecé a sentir muchas ganas de pujar (me di cuenta después, en el momento se sentía más bien como muchas ganas de cagar) y se lo dije a mi médico. Así que volvió a tactarme y estaba con 9cm de dilatación. "Hagamos un pujo de prueba", dijo el obstetra. Sin tener mucha idea de qué hacer, traté de seguir lo que me habían enseñado en el curso de preparto. "Pujás muy bien" me dijeron los médicos, "movés muy bien al bebé". A mí me sonó a verso que le dicen a todas, pero como palabras de aliento cumplieron su propósito, porque me sentí poderosa cuando me dijeron eso. Mi obstetra volvió a tactarme y con los dedos abrió todo un poco más y dijo "Vamos a la sala de parto". Tipeo esa frase y se me pone la piel de gallina. A Santiago le pasa igual. Oír esas palabras fue tremendamente emocionante. Íbamos a conocer a nuestra hija muy pronto. 
Santiago se fue a poner la ropa de quirófano y a mí me llevaron a la sala de partos. Me pusieron en la camilla esa con las piernas flexionadas. A mi derecha estaba mi obstetra con un equipo de muchos residentes, neonatólogos, enfermeras. A la izquierda estaba Santiago, que me hablaba y me agarraba la mano. Los médicos me guiaban. Ahora pujá. Ahora descansá. Yo casi no sentía dolor, pero sí sentía con cada contracción las ganas de pujar, y también sentía mucha energía para hacer lo que tenía que hacer. Pujé cuatro veces y me dijeron que mirara entre mis piernas. La cabeza de mi bebita estaba afuera. Toda morada y mojada, mirando hacia la derecha. Abrió los ojos e hizo un gemidito. Yo no podía creerlo. Era como ciencia ficción. La vi solo un instante porque tuve que recostarme de nuevo para descansar. La bebé tenía el cordón enredado en el cuello y tuvieron que cortar el cordón ahí mismo, antes de que terminara de salir. Me dijeron que pujara una vez más para sacar los hombros. Eso dolió un poco. Pero listo, después de ese último pujo ya estaba afuera. La pusieron en mi pecho y mientras la secaban con una toalla yo la miraba atónita. Abrió los ojos y volvió a gemir. Santiago estaba al lado mío, mirándola también y llorando. "Es nuestra bebita", dije. Y no sé si dije en voz alta o solo lo pensé: "Hola marcianita, nosotros somos tus papás". 
Después de un par de minutos, se la llevaron para pesarla y hacerle los controles de rutina. Santiago se fue con ella y yo me quedé para lo que faltaba del parto. Primero tuve que pujar un par de veces más para expulsar la placenta. Después tuvieron que darme unos puntos por un pequeño desgarro. Esto fue bastante incómodo porque ya el efecto de la epidural estaba mermando y yo sentía cada puntada. Igual no me importaba nada. Había nacido mi bebita y era sana y hermosa. Me sentía muy aliviada y feliz de haber tenido un parto tan hermoso. 
Me pasaron a una camilla con ruedas y me llevaron a la habitación. En el pasillo, Santiago estaba con nuestra hija en una cunita con ruedas y también la llevaba a la habitación. Le hablaba por el camino. Le decía "hola, soy tu papá" y yo lloraba de amor.

Esa es la historia de cómo nació Carmela. Espero algún día tener el tiempo y la energía para contar los días de locura que siguieron, el verdadero desafío. 


Tuesday, November 11, 2014

"Cuando veas que florecieron los jacarandás y huelas que florecieron los tilos, vas a saber que se acerca tu cumpleaños", le diré a mi hija cuando me ponga cursi. 


Friday, December 13, 2013

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos, 
que son dos hormigueros solitarios, 
y son mis manos sin las tuyas varios 
intratables espinos a manojos.

No me encuentro los labios sin tus rojos, 
que me llenan de dulces campanarios, 
sin ti mis pensamientos son calvarios 
criando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento, 
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella, 
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento 
y la olvidada imagen de tu huella, 
que en ti principia, amor, y en mí termina.


Miguel Hernández

Monday, December 2, 2013

Fe de erratas

Era obvio que me iba a olvidar de mencionar gente hermosa que conocí por el blog y que iba a quedar pésimo. Sepan que no es desinterés ni desamor, es pura vejez. Mi mala memoria hace que se me mezclen aquellos a quienes conocí estrictamente por el blog y aquellos a quienes conocí después, via Twitter, y resultaron también ex lectores (como Matías y Catalina).

Lo primero que debo agregar al post anterior es que gracias a El sur del sur también conocí a mi entrañable amigo Fabricio (o Chiquilín de Bachín), un tipo encantador y generoso. Nos conocimos en Buenos Aires, me abrió las puertas de su casa en Barcelona (cenas gourmet y conciertos de guitarra incluidos), y ahora estoy cruzando los dedos para que regrese a la patria.

Y a Lulo (o Luleau), que me dio una mano enorme cuando yo volví al país sin trabajo y siempre fue muy amoroso conmigo.

Y hay mucha gente a la que nunca conocí en persona pero que siento como si fueran amigos, de tanto leernos y comentarnos, como Guada, Hans y Flor, Melquíades, la Uruguaya, Lucía.

Figúrense ahora lo mal que voy a quedar con los que me estoy olvidando de mencionar *también* en la fe de erratas. Pero más allá de nombrar a todos, la idea es que mi vida fue otra una mejor, creo yo gracias al blog.

Thursday, November 28, 2013

La década ganada

Hace diez años, en mayo del 2003, escribí en la cajita de búsqueda de Google:

"el arquitecto de tus lados incorrectos"

Uno de los primeros links entre los resultados llevaba a una página llamada "Twisted Reality". Entré. Ahí estaba la letra de la canción que buscaba. Pero estaba inserta en un texto más largo, donde un chico de veintialgo contaba cosas de su vida. Era matemático y vivía en un pueblo remoto del estado de Illinois en Estados Unidos, donde hacía un doctorado. Exploré un poco. Eran entradas organizadas por fecha, como un diario íntimo. Era la primera vez que entraba a un blog. Todavía no sabía que se llamaba "blog". 

Todo me pareció tan interesante y bien escrito que le mandé un mail a su autor. "Hola. Me gustó mucho *tu página*", decía mi mail. Javier me contestó enseguida, y empezamos un intercambio de mails muy fluido y exhaustivo, donde nos contábamos nuestras vidas. Pronto pasamos al chat. Yo esperaba que mi familia se fuera a dormir para poder disponer libremente de la única computadora familiar y de la línea telefónica, me conectaba a internet vía dial-up, abría el Messenger y me ponía a chatear con Javier toda la noche. Era también mi primera vez chateando con "un desconocido". Llegamos a conocernos muy a fondo. Creo que un poco nos enamoramos. 

No sé bien cómo llegué, pero en esas noches enteras de "navegar por internet" conocí los primeros blogs argentinos, a los que me volví adicta en el acto. Los que más recuerdo eran los de Lola (Naughty Bits) y Danixa (Nada personal), el de Dieguez (Puto el que lee) y el de Demián (Arbitrario). 

El 2003 fue un año muy raro para mí. Llevaba poco tiempo de recibida, ya no tenía obligaciones académicas, y la pasantía en la que trabajaba se acababa de terminar. El año anterior habían pasado tres cosas de las que todavía no me había recuperado del todo: 1) la economía argentina había explotado y casi nadie tenía trabajo; 2) me había separado de mi novio de toda la vida; 3) me había enamorado de S., un compañero de la pasantía, pero él se acababa de ir a vivir con su novia. Yo vivía con mis viejos y no tenía ninguna posibilidad de independencia económica. Siempre pensé en el 2003 como una especie de "año perdido", porque ya no estudiaba, me había quedado sin trabajo, ya no tenía novio, una situación en la que no había estado nunca antes. Me pasé casi el año entero chateando con Javier, leyendo los pocos blogs que existían, escribiendo "statements of purpose" para mandar solicitudes a universidades extranjeras, llenando formularios de becas, escuchando Sea en loop y fantaseando con el compañero de pasantía que no me daba mucha bola. O sí me daba bola, pero no tanta como yo quería. Lo que no sabía es que una de las cosas más importantes que hice ese 2003 fue empezar un blog. 

Javier me insistió para que tuviera uno propio, y así empecé El Sur del sur, en octubre de 2003. Dos meses después me fui a estudiar a Madrid y conocí a M. Entonces el blog se volvió una especie de bitácora de mi enamoramiento y de esa relación tan hermosa de amor y distancia, aunque también hablaba de otras cosas. 

Creo que el primer post era sobre noviembre en Buenos Aires y la maravilla de los jacarandás. Hoy, camino a la oficina, miraba los jacarandás y recordaba que ya pasó una década desde ese post. Todavía me pasa que algunas personas me dicen que piensan en mí cuando ven los jacarandás. Me parece un piropo lindísimo.

Lo cierto es que mis mejores amigos ahora existen en mi vida gracias a ese blog. Javier, por supuesto, es uno de ellos. Un año después de haberlo conocido por completa casualidad googleando esa canción, gané una beca que me terminó llevando al pueblo remoto de Illinois donde él estudiaba. Ya lo conté mil veces, pero tener a Javier cerca durante esos meses fue indispensable para mí. Diez años después, Javier sigue estando presente en cada momento importante de mi vida y creo que es el amigo que mejor me conoce. Él se casó, yo me casé, él perdió un hijo, yo me separé, él tuvo una hija hermosísima, yo me volví a enamorar. 
También al blog le debo haber conocido a Vicky y Pablo, mis amigos queridos, que me bancaron mil y una y me hicieron compañía en lo más álgido de mi divorcio y son simplemente lo más. Creo que nunca había tenido una amiga con el nivel de confianza y diálogo que tengo con Vicky y me parece fundamental para la vida. Fue por el blog que Pablo me escribió un día y comenzamos un intercambio de mails. Unos años después, la vida nos juntó en Nueva York, y nos encontramos una mañana de domingo en Cornelia Street Café a conocernos las caras y nunca más dejamos de estar en contacto.
  
Tener en mi vida a Uralita es otro regalo hermoso que le debo al blog. Y a mi amiga Lala, con quien puedo pasar horas hablando de libros y gatitos. Y a mi queridísimo amigo Fabricio.

También conocí a Dolo, a Charlotte, a Lola, a Ceci, a Juli, a Ana, Romi, a Danixa a Chechus, a Loli, a Vicky. Ya las conocía por sus propios blogs pero un día decidimos juntarnos y fue lo más. 

Creo que todos los que contamos nuestra vida en un blog durante esos años aprendimos un poco a no exponernos tanto, y ahora cuesta más venir acá a contar intimidades. O ya dijmos todo, como yo ya dije esto -palabras más, palabras menos- acá. O tal vez, como nos la pasamos diciendo pavadas por Twitter, ya no nos quedan pavadas para venir a contar acá. Siempre tengo ganas de volver y nunca encuentro nada que me parezca que valga la pena. Tal vez lo intente. Me gusta lo que encuentro cuando me pongo a releer. 

Brindo por todo lo bueno que me trajo escribir un blog. Es muchísimo. 







Friday, January 11, 2013

The architecture of her ass was something deeper than a memory to Archy, something almost beyond remembrance, an archetype, the pattern of all asses forever after, wired into the structure of reality itself.

(Michael Chabon, Telegraph Avenue.)

Tuesday, January 1, 2013

Dos mil doce

El 2012 en fotos, todo medio al azar.

























Tuesday, December 11, 2012

vaivén

Hace unos cinco años, una persona muy muy querida me regaló dos libros. Uno era The Happy Hooker y otro era uno de esos Teach-Yourself-How-to-Crochet, que venía con una aguja y un ovillito de lana de regalo. Era un ovillito de algodón turquesea medio veteado, con el que aprendí los puntos básicos. Hasta entonces yo nunca en mi vida había tejido. Con mucha paciencia, fui siguiendo las instrucciones del libro y aprendiendo cada técnica. Desde entonces, no pude parar de tejer.

Desde que más o menos logré dominar el crochet, me viene dando vueltas en la cabeza la idea de un proyecto de vender las cosas que hago. No es fácil, porque tejer cada cosa lleva mucho tiempo y yo tengo un trabajo de 9 horas diarias. Y porque ya hay muchas tejedoras vendiendo lo que hacen. Pero decidí que no intentarlo me estaba empezando a pesar demasiado, así que acá vamos. Les presento:

VAIVÉN

Ya está en el aire girando mi moneda
y que sea lo que sea. 

Tuesday, November 27, 2012

mis amores


Friday, November 16, 2012

De Madrid y Granada me gustan los azulejos del lado de abajo de los balcones

Pensados para los transeúntes que miran los balcones desde abajo.

En Madrid:







En Granada:










Saturday, November 10, 2012

De Nueva York me gustan los tanques de agua (entre otras cosas)
















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