si yo bebo de tu boca y tú bebes de la mía

Tú eres alto y yo bajita,
tú eres rubio y yo tostá;
tú de Sevilla la llana
y yo de Puerto Real.

Que no tiene na que ver

ni el color ni la estatura

con las cosas del querer. 

Podría hablar del escalón, por ejemplo.
Los 25 centímetros de altura que nos separan a S. y a mí no son, en general, problemáticos. Él baja un poco la cabeza, yo subo la mía y podemos vernos las caras y darnos besos y abrazos con relativa comodidad.
Pero a veces nos dan ganas de equidad de altura, y para eso está el escaloncito de entrada a la cocina, estratégicamente ubicado a dos pasos de la puerta de entrada de la casa.
Todos los días tipo 8 de la noche, cuando oigo la llave en la cerradura, corro hasta la cocina y me paro sobre el escalón. Él da dos pasos y entonces sí ―panza contra panza y sus ojos a la altura de mis ojos― nos reencontramos después de demasiadas horas sin vernos.