Me había propuesto escribir un diario de viaje que fuera, justamente, diario, pero los primeros 8 días se me volaron sin que me diera cuenta. También me pasa que todo lo que pienso que podría escribir en seguida me parece que no le va a interesar a nadie.

Vivimos en un departamento de un ambiente lindo y muy cómodo que queda en un barrio precioso. El barrio, que todavía no me queda claro si se llama Salamanca, Goya o Serrano, es el más cheto de Madrid. Obviamente terminamos acá de casualidad y el departamento cuesta lo mismo que costaban los que S. vio en otros barrios, con la diferencia de que éste está cerquísima de dos líneas de subte. No deja de ser curioso vivir en un lugar así, tan cheto. Es medio como Recoleta, o más bien como vivir en Madison y la 82nd, con locales de diseño y restaurantes fuera de nuestro presupuesto. Igual por suerte también hay muchos bares normales y supermercados también normales, no es que hay que alejarse para poder ir a tomar algo a un lugar razonable. Lo malo del departamento es que casi no recibe nada de luz natural, lo cual me resultó fatal los primeros días porque, combinado con el jet lag, estuve en un estado de confusión permanente en el que no sabía si era de día o de noche, invierno o verano. Creo que va a ser crucial salir a dar una vuelta todas las mañanas, porque si me despierto y me pongo a trabajar directamente, es como que ni me entero si amaneció o no, lo cual es muy malo para mi saludo mental. También estoy tratando de aprender a relajarme si no estoy disponible en skype durante las 8 horas de trabajo en mi oficina Argentina, porque no es realista pretender cumplir el mismo horario con 5 horas de diferencia. No es que me lo hayan pedido, pero me empieza a agarrar culpa si pasan muchas horas en las que sé que allá están laburando y yo no estoy chequeando el mail cada 10 minutos. Yo y mi culpa. I could write volumes.